Los signos de autismo generalmente aparecen entre las edades de tres a cinco años. Y muy raramente, se hace un diagnóstico en adolescentes o adultos.
Por lo general, las expresiones faciales del paciente están poco desarrolladas. El niño sonríe solo en respuesta a sus sentimientos internos y no percibe los intentos de los demás para animarlo. Las expresiones faciales de las personas no tienen ningún significado para él. Él habla de sí mismo en tercera persona, y usa gestos solo para indicar necesidades fisiológicas. El habla puede estar ausente por completo, desarrollarse con retraso o ser anormal.
Los autistas nunca participan en juegos compartidos. Pueden pasar horas haciendo exactamente lo mismo. Un rasgo característico es la repetición de movimientos estereotípicos, como aplaudir o sacudir la cabeza.
Tales niños se sienten cómodos solo en el ambiente familiar. Si un autista es "retirado" de su entorno habitual, puede producirse un ataque de agresión tanto en relación con quienes lo rodean como consigo mismo. Los pacientes a menudo experimentan estados obsesivos.
Cuando el autismo se combina con otras anormalidades en el desarrollo del cerebro, se produce un retraso mental profundo. Si la enfermedad se desarrolla de forma leve, con una buena dinámica en el desarrollo del habla, la inteligencia puede ser no solo normal, sino también mucho más alta que el promedio. Sin embargo, su característica distintiva es un enfoque estrecho.
Un niño puede operar fácilmente con datos matemáticos, dibujar bellas imágenes o realizar melodías de forma magistral, pero al mismo tiempo, en todos los demás parámetros, puede estar muy rezagado con respecto a sus compañeros en el desarrollo. Las causas del autismo aún no se han determinado.
